Parece que mientras más inalcanzable son las cosas, más deseables son. Mientras más lejos esté la cartera Chanel de cuero acolchado, más estiramos los brazos y el billete. A través de la moda creamos nuestras fantasías y cada marca es un destino diferente. Ese escape, aunque cada vez más caro, es todavía el medio de expresión más accesible. Estamos acostumbrados a percibir ese deseo por la fantasía como una que nos une como consumidores. Pero los diseñadores también dependen de las experiencias que ofrecen las marcas de alta moda para sus escapes y ante las actuales realidades económicas y políticas, es evidente que todos estamos en la misma lucha por la fantasía.
Burberry, Marc Jacobs y Donna Karan viven transformaciones internas para alcanzar las exigencias del tiempo. Las marcas de lujo están acostumbradas a la transformación constante de la industria de la moda precipitada por la creatividad del diseñador. Ahora, los diseñadores son testigos de realidades políticas devastadoras con oportunidades limitadas para crear una fantasía que lo remedie. Cada marca se encuentra en su propia intersección que conduce hacia un sinnúmero de caminos desconocidos.
Tras el terremoto financiero que causó el referéndum del Reino Unido, la depreciación dramática de la libra inglesa precipitó un aumento de ventas de productos de lujo de Burberry. Aunque por el momento son más los que viven la fantasía de tardes lluviosas en los parques de Londres que inspira una pieza Burberry, la marca de 160 años tendrá que proceder en estado de emergencia. El flujo de talento, recursos y fondos entre marcas inglesas como Burberry, Stella McCartney y Alexander McQueen y la Unión Europea pararán en seco por el momento.
Vendedores de marcas de lujo llevan reportando una merma continua de venta de productos a precio completo desde hace cinco años. La demanda china y el mercado de Hong Kong han perdido interés. Tras los ataques terroristas de 2015, la tienda principal de Louis Vuitton en París sufrió una disminución de 10% en ventas por la disminución de turistas en Europa que solo ha empeorado tras el “Brexit”.
Aunque la incertidumbre de nuestros tiempos alargan la distancia entre ellas y las puntas de nuestros dedos, también inspiran más fantasías. Hay un valle entre el poder adquisitivo del consumidor y la flexibilidad de las marcas de lujo. Pero no se puede olvidar que la industria de la moda es el mercado de las fantasías. Los diseñadores se desahogan en su trabajo y nosotros los consumidores sacamos las creaciones a pasear. Después de la tragedia de Paris en noviembre 2015, Chanel presentó una colección tan dinámica y viva como la ciudad cede del desfile, Seoul, Corea. A pesar de los desacuerdos entre el Reino Unido y la Unión Europea, la semana de moda de alta costura en París todavía recibe invitados ingleses con los brazos abiertos para celebrar la expresión más pura de los caprichos fantásticos de la moda.
La moda es una disciplina reaccionaria y cada componente de una colección es un reflejo de la realidad que rodea al diseñador. Ahora más que nunca la realidad interviene y moldea las fantasías que los diseñadores intentan construir.
Michelle Santiago Cortés