Este venezolano a vestido a muchísimas actrices para innumerables ocasiones. Creció rodeado de tijeras, maniquís, costureras y telas en la modistería de su mamá. Sin embargo, para él es imposible pasar por alto el haber sido invitado, junto a otros famosos como Jessica Alba, Sheryl Crow y Ryan Seacrest, a la boda de la actriz Eva Longoria junto a Tony Parker en el 2007. Hubiera tenido la oportunidad de ver el vestido que le había diseñado a Longoria para esa ocasión y codearse entre toda clase de celebridades, sin embargo Ángel optó por asistir al matrimonio de otra de sus clientas, quien no es necesariamente una celebridad de Hollywood, pero lo había invitado con mucho tiempo de anticipación, incluso antes que Longoria.
Ángel Sánchez vive desde hace más de 12 años en Nueva York, y hace 25 años ejerce su oficio con gran éxito, Pero no se le suben los humos. De hecho, más allá de ser jurado en ‘Project Runway Latinoamérica’, este es un hombre de actitud humilde. Y esa humildad, lo admite, fue traumática de aprender. En 1994, momento en el que debutó en Estados Unidos con sus diseños, pasó de ser un diseñador respetado y aplaudido en Caracas a ser un completo desconocido en Nueva York. La competencia era voraz y la calidad de los diseñadores en la Gran Manzana era intimidante. La pelea por encontrar su lugar en el mundo de la moda resultó durísima.
A los 17 años comenzó a estudiar arquitectura, graduándose en 1984 y ejerciendo su profesión durante dos años. Sin embargo, aunque disfrutaba el lado estético y creativo de su oficio, no simpatizaba con la tardanza en el proceso de construir un edificio. Mientras estudiaba en la universidad, una compañera le pidió que diseñara su vestido de bodas, y desde ahí supo que además de la arquitectura, el sentía otra pasión. Pero, ¿qué pasó entre ese momento y tener su propia pasarela en el New York Fashion Week? La incógnita fue un largo proceso.
Ocean Drive Puerto Rico- ¿Por qué no elegiste la moda desde un principio?
Ángel Sánchez- El hecho de que haya estado tan cerca de hacer vestidos, nunca me hizo ver la moda como una opción. Para mí, la moda no estaba de moda. No era vista como una carrera sofisticada, más en nuestros pueblos. Pero yo sí sabía que quería hacer algo creativo. Ahí empezó mi inquietud por el arte. Siempre fui buen estudiante, entonces no era probable que me dedicara a la moda, debía estudiar una carrera importante. Tuve la gran ventaja de entrar a una de las escuelas más reconocidas de arquitectura.
ODPR- ¿Tu mamá y su oficio de costurera te marcaron especialmente?
AS- Yo pensaba que mi mamá era una especie de maga. Me parecía increíble como ella podía transformar un pedazo de tela en algo tan bonito. Mi mamá pedaleaba, y pedaleaba esa Singer… fue una época muy dura. Mi madre tuvo que trabajar muy duro para alimentar a una familia de seis, mi padre también trabajaba, pero yo realmente apreciaba esa habilidad de mi madre. Nadie que yo conozca ha podido interpretar mis ideas mejor en un patrón que ella. Cuando yo empezé le soltaba cada cosa, cada dibujo que se me ocurría y ella lo transformaba en algo real. Las clientas de mi madres me buscaban para que yo las aconsejara.
ODPR- ¿Cuál ha sido tu diseño más difícil de ejecutar?
AS- Recientemente, hice un vestido para una clienta, una mujer muy hermosa. Tengo esa cualidad de entender al cliente y de interpretarlo, pero esta clienta me estaba pidiendo algo que no era yo. Me lo estaba pidiendo de una manera muy amable, yo no quería perderla. Entonces me pregunté, “¿a estas alturas de la vida, cuántas concesiones creativas puedo dar para complacer a un cliente?”. Ella soñaba con barroquismo y es uno de los vestidos más interesantes que he hecho, pero de los más contradictorios de mis últimos cinco años.
ODPR- ¿Para qué tipo de cuerpo prefieres diseñar?
AS- Obviamente mentiría si no dijera que me gusta una mujer de piernas largo, cuello largo y hombros buenos. hay figuras ideales, no solamente porque es un placer vestirlas, sino porque cualquier pedazo de tela les queda bien. A mí me cuesta mucho diseñarle a una mujer demasiado voluptuosa, prefiero mujeres más lánguidas, pero si hay algo que he podido lograr es entender el cuerpo de la mujer. Me dicen que soy el mejor ‘spa’, porque siempre las hago ver más delgadas.
ODPR- Tienes clientas que son celebridades, ¿son tus amigas?
AS- Los acercamientos directos con la celebridad son muy escasos, porque antes hay un montón de capas. ¿Te acuerdas de la relación de Givency con Audrey Hepburn? Esas relaciones eran inspiradoras, ella era su musa, él se moría por ella, ya después le hacía los vestidos, se los mandaba y le quedaban perfectos… él podía expresarse. La gente lo conocía a través de ella, su celebridad. Hoy en día las celebridades no se casan con nadie.
ODPR- Si ‘Project Runway’ hubiera existido cuando estabas empezando, hubieras participado?
AS- Me he hecho esa misma pregunta. Estoy seguro de que me hubiera metido y estoy bien seguro de que hubiera perdido. El diseñador que se pide ahí tiene que saber dibujar, cortar, coser… Ese no soy yo. Yo sé construir mis ideas, pero no sé coser. Cuando me siento en el programa como juez, casi no les critico la costura, porque es técnica, no es creatividad.
ODPR- ¿Cómo te sientes al ser ahora un personaje de televisión?
AS- No soy tan simpático, ni tan ocurrente como un Michael Kors, ni soy tan agudo como una Nina García, pero sí puedo aportar algo que ellos dos no tienen; muchos muchachos se van a identificar conmigo porque yo fui uno de ellos. Yo no vivo en un mundo de limosnas de celebridades, yo vivo en un mundo de trabajo, de construir ideas. Vengo de una familia humilde, de un pueblo que nadie sabe en dónde está, entonces ellos me van a escuchar.
ODPR- ¿Ha sido difícil Nueva York?
AS- Me daba verguenza regresarme con el rabo entre las piernas. Cuando sentía que iba a tirar la toalla, me daba verguenza y seguía aguantando el palo.
ODPR- ¿Dónde hay más adrenalina: en el ‘backstage’ de Miss Venezuela o en el Mercedes Benz Fashion Week?
AS- Miss Venezuela tiene una cosa que no se puede negar: una adrenalina única. Miles de personas viendo tu trabajo y es un ‘feedback’ inmediato. Ahora, confieso que el Fashion Week ha sido maravilloso para mi proceso creativo de confrontarme. Estar acá y presentar tu colección es otra cosa, es algo muy americano, yo voy, compro mis cosas, monto mi show, pero no me involucro tanto en lo que están haciendo los demás. Yo pienso, cuando me presento en el Fashion Week, que voy a competir solamente con los que más admiro. Si yo no tuviera ese reto, mi trabajo se afectaría. La gente piensa que soy un tipo sencillo, pero yo soy un vanidoso, un egocentrista. Nosotros queremos el aplauso, queremos el reconocimiento.
ODPR- ¿Dónde diseñas y dibujas?
AS- En mi casa de campo. Me voy todos los fines de semana a las afueras de Nueva York, metido en el bosque, no veo a un ser humano. A veces me voy solo y no hablo con nadie durante tres días. Esa casita me la disfruto mucho, no tiene ni televisión ni internet. Es allí donde saco una buena parte de mi inspiración.
ODPR- ¿Tus colecciones se basan siempre en un concepto?
AS- Primero tienes que dejarla fluir… la colección te tiene que hablar, expresarse. A mí me cuesta mucho metodizar. Muchos de mis bocetos evolucionan, pasan a ser otra cosa… una idea me trae a la otra, es muy orgánico.
ODPR- ¿Qué diseñador pasó de ser héroe a colega?
AS- Carolina Herrera para mí siempre fue una referencia. Hoy en día somos amigos. Me acuerdo que yo soñaba, viendo revistas, cuando ella se empezó a lanzar acá. Para mí era casi imposible tocarla. Al principio, se me quebraba la voz de los nervios, y hoy en día tener la posibilidad de llamarla y pedirle un consejo es muy grato. Cuando llegué a Nueva York siempre esquivé tratar de encontrarla porque no deseaba que pensara que quería arrimarme con ella. Yo quería que fuera algo más natural y creo que fue ella la que tuvo la iniciativa.