Si no creían en el destino, las circunstancias les obligaron a hacerlo. Porque la historia de Juliana Abislaiman y Agustín Rojo parece haber estado sellada desde hace mucho. Sus parientes se conocían y muchas veces les tocó compartir veladas construidas a partir de lazos de familia. Pero ella tenía pareja. El…también. No se dio en varias ocasiones.
“Cuando por fin nos encontramos solos los dos, me invitó a salir. Unos cuantos emails después y luego de transcurrir dos semanas, nos comprometimos. Sí, fue intenso” y rompe a reír Juliana como quien ha hecho alguna travesura; la “maldad” que culminó en boda hace un año.
A pesar de sus respectivas ocupaciones y de un itinerario bien comprometido, procuran pasar juntos por diversas experiencias en las que se mezcla el deporte, las artes y la cultura de varios países. “Siempre que podemos intentamos tomarnos unas vacaciones cortas. Dos o tres días sirven para salir del estrés. Te dan energía y permiten mirar las situaciones desde una perspectiva ‘macro’. Nos gusta conocer otros lugares porque uno llega lleno de ideas nuevas que quizás puede implementar aquí”, expresa Agustín, abogado y banquero hipotecario.
Pero en lo que más han puesto esfuerzo y tiempo es empezar a adquirir piezas de arte. “Estamos comenzando una pequeña colección de pinturas, encabezada por las que nos regalaron mis padres al casarnos. Atravesamos un proceso de aprendizaje y contamos que la ayuda de expertos en el tema”, indica Juliana, egresada del New England School of Art & Design de la Universidad de Southfolk en Boston.
Mientras ella destaca en su marido la determinación y que “es bien comprensivo, ejemplar, alguien a quien puedo admirar y de quien se aprende”, su esposo sostiene que Juliana posee una manera particular de “combinar la elegancia con la humildad. Aparte de que es un ser noble y bien positivo. Nuestra relación es de primera. Estoy enamoradísimo y me da mucha alegría saber que nos vamos a encontrar al final del día”.
Porque al principio de la jornada, todo es corre-corre; como toda pareja trabajadora de hoy. “El ratito matutino es ‘a las millas’ por eso es que siempre procuramos cenar juntos y tener un ‘date night’ semanal. El resto del tiempo lo compartimos con amistades y la familia”, señala Juliana quien posee su propio negocio de diseño gráfico y un par de días a la semana los dedica a ayudar a su padre en su establecimiento Abislaiman Joyeros en San Juan. “También estudio diseño de modas. Todo ha resultado bien conveniente. Me encanta el diseño, el arte y la joyería”, agrega dejando entrever hacia dónde se dirigen sus esfuerzos de futuro pero sin soltar prenda. Literalmente.
Por Nancy Piñero Vega Fotos Senén Llanos