Al final del día lo mejor una copa de un buen vino. Por ser amante de la buena mesa siempre que viajo escojo los restaurantes buscando aquellos que me pueden brindar una experiencia gastronómica completa. Me gustan los restaurantes que además de ofrecerme una comida exquisita tengan una carta de vinos amplia y variada. Entre mis restaurantes favoritos está Augusto’s por su menú variado, con platos y sabores a la altura de los mejores restaurantes de New York y San Francisco, con un mismo nivel de excelencia. Cuando de carnes se trata prefiero Ruth Chris’, en donde cocinan los cortes al término correcto; como debe ser. No visito New York sin ir a mis favoritos: Le Bernardin, Veritas y Aureole. Sus chefs han creado unas excelentes combinaciones de sabores y tienen unas cartas de vino de primera. En el caso de Le Bernardin, quizás por la familiaridad que tiene el Chef Ripert con Puerto Rico, usualmente encuentras ingredientes o platos puertorriqueños.
En la ciudad de San Francisco mis favoritos son Boulevard y Gary Danko. En todos estos restaurantes he tenido una experiencia culinaria de primera, pero la mejor diría que ha sido en Le Bernardin. El maridaje de los vinos para acompañar cada plato resultó en una combinación exquisita, sencillamente perfecta. Siempre he considerado que el maridaje es un arte: requiere lograr el balance perfecto donde el vino no opaca, sino complementa, los sabores del plato que va a acompañar y viceversa. Cuando voy a un restaurante me gusta ser el último en pedir para asegurarme que sea algo distinto al resto de la mesa. Así podemos probar una mayor variedad de platos del menú. Como persona aficionada al buen vino creo que el gran reto es encontrar ese vino espectacular – ese tesoro escondido – que tiene todas las cualidades. Cuando voy a restaurantes prefiero los franceses o californianos, y aunque me gusta el Cabernet, muchas veces opto por un Pinot Noir, ya que va perfecto con mariscos y carnes, y de esa forma todo el mundo tiene un bueno vino para acompañar su comida.