Su profesión de arquitecta, las necesidades de los clientes, su vena artística Cubiñá y el legado en la industria mobiliaria, la llevaron a fundar In-mueble y a diseñar muebles casi piezas de arte, aunque algunos aseguran que en realidad crea arte, en forma de muebles.
Un mueble de diseño, al igual que una buena obra de arte, debe ser algo transcendental, ya que su dueño debe vivir con el mismo por un largo período. Son piezas que alcanzan a existir en distintos tipos de ambientes, los cuales se pueden considerar clásicos contemporáneos. La Arquitecta Marta Cubiñá, fundadora de In-Mueble, empresa dedicada al diseño y fabricación de muebles arquitectónicos a la medida y venta de otros accesorios para el hogar, explica su búsqueda de un estilo transcendental, comparando sus creaciones con una prenda de ropa que no pasa de moda. “Para mí, es como un buen traje que aunque fue diseñado en la década de los 60, lo puedes seguir llevando porque está bien confeccionado…Si me compran o comisionan una mesa, espero que ésta sea la que van a tener para el resto de sus vidas.” El diseño está creado para un público específico, que desea tener algo único y duradero, que no pase de moda y, sobre todo, que pueda armonizar con el resto de su decoración. Sus piezas nunca serán idénticas, ya que todas sus creaciones están cortadas a mano y de forma individual, por lo que pueden variar en tamaño, tinte u otro elemento que sea difícil reproducir, a menos de que se produzca en masa. Cubiñá trabaja desde su hogar, en donde crea los bocetos basados en su criterio y en el gusto y necesidades del cliente. Luego, de acuerdo a la pieza, los envía a personas especializadas que puedan producirlos. “Tengo ebanistas y profesionales que trabajan diferentes materiales, como el cemento, por ejemplo.”
Aunque es arquitectura de profesión, Marta se dedica al diseño de ambas cosas. Los muebles surgieron hace tres años cuando decidió dedicarse plenamente al diseño industrial. “A veces, una cosa va con la otra, tengo clientes que me piden proyectos de arquitectura que incluyen muebles. Así más o menos surgen mis comisiones, porque mucho del trabajo de diseño que hago es residencial, sobre todo remodelaciones.” Su conocimiento del interior y exterior, le ha brindado una visión amplia en cuanto a la ejecución de estas piezas que tienen la misma equivalencia a obras de arte con la diferencia de que las mismas han cobrado una vida funcional. Ella admite que desde un principio su interés estaba relacionado con el diseño, pero sus padres, cosa que agradece, le sugirieron que estudiara arquitectura. Dicha profesión le ha permitido entender el amplio aspecto del diseño, que según ella no hubiese conseguido si su concentración primordial se hubiera limitado a una licenciatura en otra área. Marta es de origen cubano, ya que sus padres emigraron a Puerto Rico antes que ella naciera. En Cuba, sus abuelos maternos tenían un negocio de muebles que vendía sus propios diseños, evidencia de que la vena artística de Marta no es mera casualidad. Su padre, Alfredo Cubiñá también tiene interés en las artes especialmente en el dibujo, y fue alumno del gran Rolando López Dirube. A partir de entonces tuvo la oportunidad de exponer en varios lugares hasta que comenzó a trabajar en un periódico local como diseñador grafico.
Hace trece años que Marta se fue por su cuenta para trabajar desde su casa, debido al nacimiento de su hijo mayor. Pero este acontecimiento no frenó su deseo de creación. Aunque activamente es madre de tres niños, ha encontrado tiempo para mantenerse activa dentro del mundo del diseño industrial, al igual que como consultora de proyectos relacionados con el diseño interior que le permite concentrarse más en muebles y terminaciones. En ocasiones, de estos proyectos relacionados con la arquitectura surge la oportunidad de crear elementos empotrados que acentúan el interior de un lugar.
Esta fue la transición que le ayudó comenzar su línea de muebles, casi de manera accidental, cuando creó una pequeña colección para ser vendida en un bazar que organizaba la escuela de sus hijos. La confección de tales diseños, los consideró como un experimento, “para ver como le iba”, siempre pensando que “duraría sólo para ese bazar.” Con el consejo de una amiga dedicada a las finanzas, Marta entendió que tanto el proyecto como el producto tenían potencial. “De ahí creamos la empresa In-mueble.” Desde un principio, Marta sólo pensó en crear objetos de acento combinando materiales contrastantes, como ha hecho con una serie de floreros realizados con dos elementos: la dureza del cemento pulido y la fragilidad del cristal que asemeja un bloque de hielo. Aunque debemos tener en cuenta que estos materiales pueden parecer opuestos, en realidad ambos vienen a ser fríos, pues es la flor, el tercer elemento que se coloca dentro, lo que le da vida al objeto.
La confección de sus piezas consiste en combinar distintos materiales que podrían verse como productos clásicos actuales, como el cemento, la madera, el cristal y el hierro. Este conjunto de elementos, en su mayoría locales, usualmente son combinados para crear el producto final. El mueble terminado consiste de objetos sencillos que evocan las formas tradicionales pertecientes a los principios del diseño, como serían la esfera, el cubo y el cilindro. Estas piezas interactúan en el espacio del hogar sin ningún protagonismo sobre otros objetos y el ambiente que lo rodea. Los colores principales de semejantes objetos son neutrales, de manera que aparentan emerger y desaparecer, dejando espacios de respiro que permiten descansar la vista antes de investigar otro lugar. Tales objetos, cuyo parentesco nos recuerda pequeñas esculturas, nos parecen livianas, creando una relación armoniosa entre el exterior y el interior, dándole a la vivienda un aspecto de frescura gracias al diseño contemporáneo tropical.
Usualmente, la arquitecta mantiene los componentes empleados en su estado puro, es decir, su confección lleva poco tratamiento, como es en el caso su mesa tronco, la cual está hecha con un objeto encontrado: un leño de árbol. Cubiñá ha logrado conservar la forma e identidad natural de la planta, permitiendo que su estructura cree la figura de base para sostener una plancha de cristal. Se puede suponer que ella palpó el producto final al ver el madero. El tope de vidrio no sólo facilita al espectador el investigar el tronco, sino que las zonas cortadas le otorgan un diseño que se puede considerar “accidental”, ya que fue encarnado por la formación originaria de este objeto que una vez estuvo vivo. Cubiñá le brinda nueva vida a lo que quizás fue un árbol muerto y, ha podido utilizar el crecimiento no planificado de la planta a su favor, balanceándolo de manera armoniosa sobre un pedestal bajo de madera y cemento pulido, teñido de blanco. La apariencia de esta mesa le otorga al hogar un cierto realismo mágico, en donde la artista nuevamente logra incorporar elementos externos a lo que es un espacio íntimo.
Marta Cubiñá considera que como lleva más tiempo haciendo diseño, este es indiscutiblemente su fuerte. Como hasta ahora no dispone de un showroom tradicional, ella utiliza el espacio de su hogar para presentar sus obras. En consecuencia, le da la oportunidad de mostrar sus creaciones en un ambiente real ofreciendo la oportunidad de que puedan ver el efecto. Para complementar los mismos, Cubiñá trae a Puerto Rico una línea de acentos y accesorios de decoración, que armonizan con sus piezas. “Es importante que las personas que compren mis diseños tengan la oportunidad de complementarlos con cosas que tienen en sus casas,” comenta la diseñadora. La mayoría de las obras que crea son trabajos a comisión, por lo cual une sobre su mesa de diseño el cliente, la arquitectura y su estilo personal un diseño contemporáneo tropical
Por Anna Astor Blanco
Fotos Jesús Fuentes