En griego, la palabra fotografía significa “diseñar con la luz” pues no es otra cosa que el proceso de capturar imágenes y almacenarlas en un medio de material sensible a la luz. Gestos, sonrisas, paisajes, ambientes alegres o desoladores, grandes rascacielos, detalles, productos, cualquier cosa es apacible al lente. Todo se transforma una vez pasa por ese pequeño hueco. La fotografía puede tener muchos usos documentales, periodísticos, familiares y más. Como medio artístico, se encuentra en plena evolución. Cada vez más, vemos exhibiciones de impresionantes fotografías, capaces de desatar las más sensibles emociones.
Para el fotógrafo de profesión José Gutiérrez, conocido como Piti, el lente es su forma preferida de expresión. “Es importante la espontaneidad de la cámara”, señala. “Es verdad que muchas veces tengo en mente una idea específica de lo que quiero, pero de esa idea al producto final todo puede ser distinto”, explica su proceso creativo. Este fotógrafo no se limita a ciertos temas, siempre está en la búsqueda de imágenes y sensaciones que puedan combinar su obra artística y su obra comercial. Su última serie está basada en el tren urbano de Puerto Rico, serie que ha sido adquirida recientemente como colección permanente del Museo de Ponce (MAP) considerado un gran logro para un artista que hace su transición de joven a media carrera.
El estudio del tren urbano puertorriqueño es un tema que se puede considerar fuera de lo normal pero Piti nos muestra otros aspectos del lugar fotografiado y como una ilusión óptica nos perdemos entre formas y colores donde la imagen reconocida se transforma en una abstracción. La obra consiste en piezas que juegan con elementos geométricos balanceándolos armoniosamente sobre un plano. Muchas parecen simétricas, un recorte de una imagen reflejada doble con diferencias sutiles que nos hacen creer que la imagen no está manipulada. Los espacios son estudios de color y perspectiva que invitan al espectador a atravesar el horizonte y llegar a un punto que va mas allá de la imagen, perdiéndose, y esperando otra imagen a repetirse, como si flotara por un tubo infinito o una nave espacial perteneciente a una película de ciencia ficción. Así lo podemos percibir en una imagen donde vemos las escaleras mecánicas que mantienen la sensación de tridimensionalidad. A primera vista no detectamos el tema y nos perdemos otra vez entre las formas. Es un juego de adivinanza que nos sorprende en cuanto reconocemos la imagen. Las fotografías no sólo celebran el ojo de José Gutiérrez sino también el logro de la arquitectura. “Para hacer esta serie tuve que ir muchas veces a la estación del tren”, confiesa.
José Gutiérrez hace series de cinco incluyendo una prueba de artista con la que se queda. La obra artística para la venta rota entre lo documental y arquitectura donde José muestra distintos aspectos del humano en distintas situaciones. “Mi fotografía se divide en dos aspectos, mi obra artística y mi obra comercial. Trabajo de forma independiente para diferentes agencias de publicidad. Muchas de mis fotografías se ven frecuentemente por ahí…”, se ríe modestamente el fotógrafo. Mi mentor fue Jorge Ramírez, trabajé como asistente y gerente de su estudio del 1994 al 1998. El fue quien me ayudó a entender el aspecto comercial de la fotografía.”
Experimenta con dos métodos fotográficos, la forma digital y la análoga, es decir con rollos de película y revelado a la antigua dentro de un cuarto oscuro. Piti utiliza este tipo de revelado para las fotografías que piensa ofrecer a la venta como obra de arte. Dentro del cuarto oscuro el fotógrafo juega a ser alquimista entre químicos y líquidos y la imagen aparece como magia sobre un papel. La luz es parte del medio, por eso la primera fotografía fue llamada heliografía o dibujo del sol, así es donde el fotógrafo se convierte en un científico convirtiendo la luz en algo tangible. “Yo revelo mis fotografías en blanco y negro, tengo un cuarto oscuro. Las fotografías a color las envío a Nueva York en donde saben la técnica del color. Es más difícil este revelado ya que los químicos deben estar bajo una temperatura ideal, es bastante complicado. Ahora ya casi no hay laboratorios para revelar de forma análoga ya que el medio está cambiando y las impresiones están hechas a máquina”, explica. “Estoy consciente que se están viendo fotografías manipuladas por algún programa de computadora. Yo no veo que eso sea incorrecto en cuanto el desarrollo de la fotografía pero este medio todavía sigue en experimentación. He visto como muchos fotógrafos jóvenes sobre-imponen dos fotografías para crear una imagen, me parece maravilloso lo que se está logrando pero creo que también es importante que estos jóvenes artistas aprendan a revelar cómo se hacía antes”, afirma.
Gracias a su medio artístico, José ha podido visitar diversos países como Cuba, Nepal y China. En sus fotografías logra capturar la esencia de un país sin que el espectador se sienta que está mirando a través de una ventana a un universo extraño. Esa familiaridad que se encuentra dentro de sus imágenes intenta reflejar el aspecto humano y de ese modo acercar al observador a la escena. Gutiérrez es un comunicador de similitudes más que diferencias, desea aproximarnos a la imagen más que a separarnos. En una de ellas, observamos tres adolescentes que se asoman a una tienda en donde venden todo tipo de sodas caramelos, etc. Si el espectador no se detiene a contemplar los productos y los caracteres asiáticos, no realiza que esta tienda pertenece a algún país del oriente. En otra foto unas niñas en trajes de ballet azules se alinean para presentarse, sus brazos puestos como las asas de una jarra y sus cuerpos redondos infantiles parecen floreros chinos que simulan una escena del océano con un caballito de mar como parte del tema. En estas pequeñas, de quienes el artista eliminó sus identidades encuadrando la imagen desde los cuellos hacia abajo, otra vez el fotógrafo dirige la mirada a una imagen identificable, se sabe que se trata de niñas y un recital en cualquier país pero todavía tenemos la sensación que esta imagen es extranjera quizás por la estética de de la moda pero esta es tan sutil que ignoramos lo que nos parece extraño.
En el 2009 José Gutiérrez tuvo la oportunidad de viajar a China con la Galería Viota para participar en la feria de arte de Shanghái. “Tuvimos una buena recepción de los chinos. Es increíble, las personas allá pasaban por nuestro pabellón y nos preguntaban de donde éramos, no sabían donde estaba Puerto Rico y su curiosidad era realmente honesta, querían aprender. Las personas detenían a contemplar las obras durante mucho tiempo, se iban y regresaban a observar la misma pieza. Los coleccionistas de allá si están interesados en la adquisición de una obra te compran, no es como ferias que algunos clientes parecen tener interés y al final nada se completa. Los chinos son serios cuando quieren una pieza para su colección y son capaces de entrar en un booth y comprar todo a golpe, su entusiasmo de comprar es tanto que lo quieren todo. Fue una experiencia inolvidable para el grupo de los artistas que representa la galería Viota, fue maravilloso ese viaje, nos unió como personas y como artistas.” No todos los artistas participan en esta feria china, cada uno debe pasar por un jurado para ser escogido y poder mostrar sus piezas en Shanghái, son muy estrictos en cuanto la curaduría de las obras presentadas en la feria, cosa que hacen para mantener la calidad de las piezas para la venta.”
En cuanto a su futuro como fotógrafo Piti comenta, “Tengo muchos viajes en mente para desarrollar nuevos proyectos. Siempre tengo algo nuevo.” Al igual que indicó al principio que la fotografía es espontánea, su vida también la mantiene abierta a nuevas experiencias y oportunidades.
Por Anna Astor Blanco Fotos de Piti Gutiérrez