En un abrir y cerrar de telas, el diseñador Harry Robles cumple 25 años en el fascinante, competitivo y difícil mundo de la moda. En 25 años logró un Agueybaná de Oro, fue invitado al National Hispanic Designers Gala en Washington D.C.; construyó un mini imperio de buen vestir y ganó el respeto y la admiración de sus colegas. Pero tuvo una ganancia más.
“Logré el apoyo de una clientela exigente y conocedora,” nota Robles, con humildad. “Este negocio no se basa en éxitos cosechados, sino en éxitos futuros, en tu capacidad para redescubrir, reinventar, imaginar y estar siempre un paso alfrente…No dejas nunca de estudiar, trabajar y proponer cosas nuevas.”
Con su secreto como norte, Robles celebra su aniversario de plata con una imponente pasarela el miércoles 6 de abril en el Hotel La Concha en Condado. Para marcar el hito, presenta la colección otoño-invierno 2011, “More is More,” que define como su misión de dar más de sí mismo.
“More is More” es una oda al glamour, al diseño, a la atención al detalle. Esta es una pasarela que celebra la mujer sin reservas, la mujer sin fronteras, la mujer sin miedo a verse siempre mejor que las demás.
“Celebro la gracia, la sofisticación, la feminidad,” dijo Robles. “Celebro también el exceso…nunca se tiene demasiado estilo, demasiada elegancia, demasiada sensibilidad.”
“More is More” propone colores intensos como el ocre, el añil, el rojo, el expresso y el dorado mate. Tiene también estampas metálicas, con profusión de bronze; tonos alegres como el fuchsia, el naranja, corales, y mucho negro.
La pasarela de Robles está construida para romper con la norma. Su mensaje no es subliminal, por el contrario, es fuerte, valiente y de avanzada. El diseñador no sabe de absolutos, más bien los inventa y los perfecciona. La firma de Robles es de piezas como de joyería, de colección y de conversación. Cada pieza es trabajada, pulida y perfeccionada para cumplir con los deseos de la clienta y con los altos estándares de su creador.
Robles disfruta el volumen, el adorno, el plisado, el drapeado, las plumas: el exceso. Y lo redefine como necesario.
“La moda es una fantasía, la alta costura es una necesidad,” dijo. “Trabajo para transportar a la mujer a otra latitud. Las telas y los detalles lujosos de cada diseño son el pasaje…el destino lo escoge cada mujer. Y esa es una fantasía a la que nunca podré renunciar, la posibilidad de mover a la mujer con mi firma.”
Sobre Harry Robles
El menor de seis hermanos, Robles nació en Santurce y se crió en el Barrio El Polvorín de Caparra. Mientras estudiaba en la Escuela Jardines de Caparra desarrolló una inmensa pasión por el baile. A los 16 años se unió al cuerpo del Ballet Municipal de San Juan y más tarde a Ballet Concierto. Su pasión le hacía coger la guagua de Caparra al casco de San Juan todas las tardes después de la escuela – y religiosamente – para no perderse ni un minuto de las clases de ballet clásico.
Y fue entre ensayo y ensayo que se dio cuenta que nacía otra pasión: el dibujo. Robles aprovechaba cada minuto libre entre clases para dibujar zapatos de mujeres. Su hobby fue ganando fanaticada, al punto que fueron muchos los que le pidieron que perfeccionara su técnica con talleres especializados. Y lo hizo.
En el 1985 se matriculó en el Liceo de Arte de San Juan. Luego de varias clases, se dio cuenta que ya sus dibujos no eran sólo de zapatos, sandalias y zapatillas con lazadas, sino de siluetas femeninas. Completas. Fue así que poco a poco se enamoró del cuerpo de la mujer y de la moda. Su tía, la bolerista Mary Pacheco, también contribuyó a su carrera. Harry la acompañaba a sus citas con el arte y su público, donde lo cautivaron los vestidos de Pacheco, el brillo, las plumas y los aplausos.
En el 1986 se unió al equipo de diseño de Carlota Alfaro. Trabajó también con David Fernández y con Betsa Martorell, tres experiencias que recuerda como la gran escuela del negocio de la moda. Y de su vida.
En el 1991 decide que estaba preparado para montar su propio taller y abre en la Calle Loíza su primer atelier. Comenzó en un segundo piso donde el tráfico de clientas no se hizo esperar. Años más tarde se muda con su equipo de tres – en temporadas altas suman cinco – costureras al número 1752 de la misma Calle Loíza en Santurce. Es ahí, en el corazón de la Calle que lo vio crecer como profesional, que mantiene su taller y su boutique.
Sus Comienzos
“Me encantaba el amarillo,” confiesa. Me apasionó su combinación con el blanco y negro. Igualmente le gustaba el impacto del blanco y negro, binomio que siempre encanta y utiliza en sus colecciones. Pero lo mismo antes que ahora, disfruta la explosión de lo inesperado: el blanco y negro con fuchsia, o alternando con rojo y anaranjado o verde, “me llama la atención lo diferente, lo menos visto.”
Comenzó sentando pautas, de eso no hay duda. Rompió en la pasarela con flecos, cut-outs, bordados y plisados que siguen causando sensación. Experimenta y domina técnicas de diseño y costura que muy pocos artistas de la tela suelen siquiera tratar. Borda perlas, rompe costuras, utiliza telas al revés y corta flores en cuero para elevar el diseño a lo tridimensional. Y esa es la magia de la firma Harry Robles: drama, vistosidad, creatividad y elegancia. Todo en un mismo diseño.
Para boletos y más información llamar al (787) 727-3885 y (787) 721-7500